El rol público y político del arquitecto en Chile

“Hacia un arquitecto que lidere la construcción de ciudad” por Fernando Toro Cano [i].

El pasado 27 de abril del presente año, tuve la oportunidad de participar de un foro sobre el Rol Público del Arquitecto. Estábamos en el patio de madera en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica de Chile. Había unos 30 estudiantes, que a medida que corría el tiempo comenzaron a aumentar, no todos los días se discute sobre el rol público del arquitecto, estamos acostumbrados a escuchar arquitectos hablando de su obra, de su intención, de los procesos creativos y los resultados tanto formales como funcionales de un proyecto. Consenso fue que el rol público del arquitecto se da tanto en el ejercicio público de la profesión, como también en el privado, que el gremio representa una figura importante dentro de este ámbito y que estamos en un punto de inflexión y cambio de nuestra profesión. Que si queremos acercarnos a “lo público”, las salas de clase deben abrirse al conocimiento no sólo teórico, sino que también práctico, y que debemos tener optimismo por cómo la profesión está recuperando un espacio en la agenda ciudadana, ya que ha comenzado a entenderse que gran parte de los problemas sociales que identificamos hoy, son consecuencia de cómo hacemos arquitectura y en definitiva construimos ciudad.

Según la página web mifuturo.cl sólo el año 2014 se titularon 1323 arquitectos; con estos números, Chile poseería uno de los mayores indices de Arquitectos por habitante de los países que integran la OCDE[ii], los que en promedio tienen 1 arquitecto por cada 1300 habitantes aproximadamente, mientras en nuestro país hay uno cada 667 si consideramos el último censo del año 2002. es decir, el doble. Incluso, hoy esta suma podría ser aún más elevada, ya que en los últimos 14 años ha aumentado considerablemente la apertura de escuelas de arquitectura a lo largo de todo el país.

En este contexto surge la pregunta ¿cómo nos enfrentamos como arquitectos a estos nuevos desafíos, reinventamos, y recuperamos la importancia pública y política que alguna vez tuvo la profesión? Este artículo plantea 3 líneas fundamentales de acción para fortalecer el rol público del arquitecto, la academia (formación), el gremio (articulación y fortalecimiento) y la profesión (revalorización).

Consenso hay en el ámbito académico respecto de la perdida de la influencia en temas públicos del arquitecto. Según un estudio[iii] realizado por el arquitecto Diego Álvarez en la Universidad de Chile, el 90% de las personas cree que el arquitecto “Realiza planos y diseña o construye casas, edificios y objetos”, mientras apenas el 1% cree que “construye ciudad y colabora con la sociedad”, dato que contrasta con el 10% de arquitectos que realmente realiza labores de diseño[iv].

Por otro lado, en una investigación[v] que realicé el año 2013 en el marco de un Seminario de Investigación en la Universidad de Chile, analicé cómo los arquitectos incidían en el ámbito público de la profesión, específicamente en el gobierno central (Ministerios) y gobiernos locales (Municipios). Si bien los resultados demuestran una gran participación a nivel local y en el MINVU, algo que preocupa es su débil incidencia en los puestos donde se idean y elaboran las políticas públicas, quedando relegados sólo en la etapa de la ejecución de éstas en su mayoría.

Una de las principales causantes de este déficit es la formación que tenemos como diseñadores, y la nula instrucción como formuladores, gestionadores y evaluadores de políticas, planes y proyectos. Actualmente, y debido en parte a la complejidad de nuestra sociedad, el arquitecto ha debido adquirir competencias sociales y economicas (no sólo proyectuales), no sólo para establecer un puente entre presupuestos y, necesidades reales del usuario e instancias de co-creación, sino también, para moverse creativamente entre estos dos polos.

En este sentido, la labor municipal en este ámbito es clave, ya que al ser Chile un país centralista, los presupuestos locales deben adecuarse en gran medida a lo “justo y necesario”, dejando un muy pequeño margen a la creación, la que se ve aún más limitada por los recursos técnicos de cada municipio, normalmente insuficientes.

Es por esto que una de las principales conclusiones de esta investigación, es que en primera instancia se requiere reforzar a las escuelas de arquitectura en tres áreas. Primero, con la creación de espacios curriculares que entreguen la oportunidad a sus estudiantes de formarse en temas específicos como la gestión y evaluación de proyectos, trabajo directo con comunidades (participación ciudadana y co-creación), política habitacional y urbana, sociología, gestión pública y desarrollo local. Segundo, pero no menos importante, es la interacción de estos espacios formativos con situaciones prácticas y reales, se diagnostica que la formación actual es en base en gran medida a la teorización en aulas, estableciendo pocos nexos reales con comunidades y usuarios a través de la extensión de este conocimiento. Y finalmente, el trabajo interdisciplinario es fundamental para formar nuevas generaciones con conocimientos integrales y capaces de adaptarse a diversas situaciones, estableciendo nexos con profesionales del diseño industrial, antropología, sociología, geografía, economía entre tantos otros.

Tal como pronunciaba Pilar Barba (Directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile el año 2008): “Debemos formar nuevas generaciones más cultas, reflexivas y críticas. Capaces de escuchar e interpretar la realidad y establecer una relación hermenéutica con “el otro” (no sólo el cliente, sino, sobre todo el prójimo) extendiendo nuestra acción ya sea de las políticas públicas, desde el ámbito privado o desde el apoyo directo a las comunidades. Finalmente el arquitecto debe ayudar a formar ciudadanía[vi]

Por otra parte, respecto de la actividad como gremio es fundamental que el Colegio de Arquitectos vuelva a tener el rol que alguna vez tuvo en guiar a las Escuelas de Arquitectura de nuestro país. Hoy con más de 40 Escuelas es necesario un ente rector que lidere y establezca criterios y un marco general para la enseñanza de la arquitectura.

La desregulación, o “autoregulación” de arquitectos en base al mercado y la excesiva proliferación de arquitectos, ha provocado que desde la década de los 80 hasta hoy la profesión ha debido adaptarse a nuevas formas de ejercer y buscar nuevos nichos de acción, así también ha surgido la autogestión de proyectos y en muchos casos la generación de emprendimientos que poco y nada tienen que ver con arquitectura y ciudad. Si bien esto potencia la autoformación, en definitiva tenemos un arquitecto con competencias y visiones dispersas, sin un discurso común para enfrentar los problemas de la sociedad de manera rotunda y efectiva, derivando en un grupo de profesionales que no están llamados a cumplir una labor determinada y necesaria a ojos de la sociedad en general.

En algún momento nuestro gremio tenía la potestad y responsabilidad de fiscalización de todo arquitecto, los que debían colegiarse para poder realizar debidamente su ejercicio profesional, tal como lo sigue haciendo por ejemplo el Colegio de Arquitectos de Madrid, que tiene un poder real e incidencia directa en temas políticos y públicos. Hoy, el Colegio de Arquitectos más bien parece estar a la sombra de la Cámara Chilena de la Construcción, quienes bajo el modelo actual tienen una mayor incidencia en “lo público” y la construcción de ciudad.

Lo anterior, también ha permitido la consolidación de nuevos espacios como la AOA (Asociación de Oficinas de Arquitectos), que si bien pueden aportar desde otra perspectiva más privada e igualmente válida, lo que hace es diluir aun más el poder de acción pública y social que debemos tener como arquitectos.

En este sentido, cabe mencionar que el Colegio de Arquitectos es un espacio que se está reinventando con una perspectiva que revaloriza el rol público de los profesionales y del gremio. Las bienales “Ciudades para ciudadanos” del 2012, “Arquitectura + Educación” del 2015 y la próxima “Identidad y Futuro” del 2017, procuran acercarse no sólo a la academia considerándola en la última bienal como basal para nuestro posterior desarrollo profesional, sino también, avanzar hacia a un lenguaje y expresión que promueva mayor sintonía con la ciudadanía y su participación en general. Por otro lado, en un hecho inédito, hoy 4 de los 11 Directores Nacionales tienen hoy menos de 45 años, una mixtura etaria dentro de un directorio que mezcla la experiencia de los más antiguos con las nuevas visiones más críticas y contemporáneas de los más jóvenes.

Caben destacar tres aspectos que dan cuenta de esta renovación y empuje; el 7 de septiembre se realizó la primera reunión del nuevo Comité de Arquitectos de Servicios Públicos, por otro lado hay una mixtura de comités que trabaja una agenda pro Derecho a la Ciudad en la nueva constitución y finalmente la nueva revista digital del CA ha dedicado sus tres números de este año a la deuda que tenemos en vivienda, educación y salud situación que demuestra el movimiento que se está generando dentro del edificio de Luciano Kulczewski. Debemos sumarnos a estos cambios y participar de las discusiones.

Pero no todo es academia y gremio. Hoy la arquitectura a nivel profesional se ha tomado un lugar importante en la agenda pública, temáticas como: desigualdad y segregación urbana, patrimonio, gentrificación, espacio público, movilidad y medio ambiente o la gran cantidad de Concursos de Arquitectura de proyectos públicos (Nueva Alameda Providencia,  Explanada de los Mercados, Plan Maestro Alto Hospicio, etc.) se han materializado un aumento considerable de titulares y artículos de prensa relativos al tema de “la ciudad”, cuadriplicándose[vii] entre los años 2008 y 2013 en la revisión diaria que hace plataformaurbana.cl. Entendemos entonces que la sociedad en general valora cada día más el componente urbano en su calidad de vida.

A nivel internacional este enfoque también ha tenido una revalorización, y hoy celebramos que un premio “Nobel” de la arquitectura destaque por el énfasis social de sus propuestas. Esperamos que este sea un giro definitivo en la visión sobre el arquitecto y hacia el entendimiento de que la arquitectura también está en la vivienda social, en la participación ciudadana y en el ámbito público y social que hay detrás de cada proyecto a nivel mundial; y así, abordar estos cambios de paradigma, desde la arista académica, gremial y profesional, asumiendo la responsabilidad que tenemos con nuestra sociedad desde la formación, articulación y acción respectivamente.

En definitiva, estamos en un momento donde debemos reactivarnos como profesión en todos los espacios para consolidar esta incipiente revalorización del Arquitecto por parte de la sociedad, responder a la contigencia urbana con proyectos públicos y privados que tengan una visión cívica, innovar en los procesos de enseñanza; apuntando hacia profesionales cada día más vinculados y partícipes del gremio y de los temas y problemas públicos que aquejan a nuestro país. Después de todo, y tal como dijo Fernando Castillo Velasco hace casi 10 años: “La arquitectura es política, y la política es arquitectura, no se puede pertenecer a un mundo sin actuar políticamente. Es de esta forma como se establece la convivencia social que genera las vocaciones de vida; se establecen normas de convivencia que la arquitectura tiene que asumir.”[viii]

 

[i] Arquitecto, ICA 11231. Coordinador de Carrera Arquitectura Universidad de Chile. Integrante Comité Arquitectos Jóvenes del Colegio de Arquitectos de Chile. fernandotorocano@gmail.com, Santiago.

[ii] Quirk, Vanessa. “¿Italia no tendrá muchos arquitectos? (La relación de arquitectos/habitantes alrededor del mundo)” [Does Italy Have Way Too Many Architects? (The Ratio of Architects to Inhabitants Around the World)] 30 abr 2014. Plataforma Arquitectura.

[iii] Álvarez, Diego. 2009. Seminario de Investigación “Rol social y político del arquitecto”. Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. Santiago, Chile.

[iv] Investigación en Postítulo de Asentamientos Humanos, ETSAM. Madrid, España. 2000.

[v] Toro, Fernando. 2013. Seminario de Investigación “Arquitectura y Política, de cómo incidimos en políticas públicas”. Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. Santiago, Chile.

[vi] Barba, Pilar. 2008. El arquitecto que Chile necesita. Revista Ciudad y Arquitectura N° 134. Colegio de Arquitectos de Chile. Santiago, Chile.

[vii] www.plaformaurbana.cl/archive/category/prensa

[viii] Entrevista a Fernando Castillo Velasco. Revista Cientodiez Vol. 06. Santiago, Chile. Octubre 2007.

 

7 comments on “El rol público y político del arquitecto en Chile

  1. Stgo. 14 Sep 2016
    Fernando
    Te felicito por tu Propuesta-Análisis del Estado del Arte del Arquitecto y su rol en la sociedad, me parece que refleja fielmente el estado de la profesión al día de hoy , y en particular desde que asumió S.Gray, y dejamos atrás – dirigencial y gremialmente hablando- a las generaciones nacidas en la post-guerra
    ( 1914-45).
    A pesar de todo veo el vaso medio lleno, pero de aguas turbulentas, por lo menos hasta el 2021…
    … en todo caso los astros se están alineando .. y más temprano que tarde estos temas y los colegas
    re-tomarán el poder perdido…
    Andrés_B

    • Muchas gracias Andrés. Es importante instalar estos temas en el gremio, creo que poco a poco vamos como sociedad tomándole el pesoy valorando a lo que significa planificar y construir la ciudad. Es tarea de todos!

  2. Fernando. Tu texto me parece que recoje el espítitu de los tiempos donde el rol del arquitecto exige mayor involucramiento en la agenda pública y en los temas estructurales de nuestra sociedad. Cuenta conmigo para que el gremio sea protagonista de los desafíos que nuestei pais exige.

    • Gracias por el apoyo Pablo! Es fundamental el rol que cumplen tú, jp y los albertos hoy en el CA. A seguir construyendo =)

  3. Creo que se esta volviendo urgente desmitificar el discurso del rol público y político del arquitecto, ya ha estas alturas un discurso sumamente ideológico:
    (1) La base de la argumentacion generalmente apela a la idea de que existió una “era dorada” donde el arquitecto era un miembro activo de la sociedad y era valorado por esta. Pero, ¿alguna vez existió esta época, aparte de muy pequeñas excepciones muy coyunturales? La prueba de esto: el estado de gran parte de las ciudades chilenas durante el siglo XX.
    (2) La argumentación usualmente sigue apelando a que regresar a este estado originario de una disciplina centrada en lo “importante”, “los temas país”, tiene que pasar necesariamente por encontrar unos medios para alcanzarlo. ¿Cuales son estos? Cambiar el enfoque y orientación de las prácticas profesionales para así lograr adentrarse en las esferas en donde se toman las decisiones. O sea, todo se reduce a aumentar las cuotas de poder del arquitecto. PODER, ¿para hacer que? Nunca se especifica mucho, tácitamente, lo que el arquitecto defina. Nuevamente resurge el mito del arquitecto como demiurgo, como tecnócrata que es llamado por la sociedad a resolver los problemas de esta. El siglo XX esta plagado de pesadillas generadas por este hambre de poder disciplinar.
    (3) Se argumenta también que es necesario cambiar el sistema educativo de la profesión alejandose de temas “teóricos” para en cambio, enseñar y discutir temas “practicos”. Esto es una falacia, ya que: ¿que se va a transformar, si no se tiene idea hacia donde dirigir estas transformaciones? La falacia de la operatividad esconde justamente lo contrario a lo que aspira, o sea, perpetua el status quo, haciendo de la actividad del arquitecto una práctica a-critica que reproduce las realidades existentes donde se opera. El arquitecto “práctico” así entendido, lo único que hace, es replicar el mundo existente, con todos sus vicios y debilidades.
    (4) ¿Alguna vez el arquitecto fue considerado socialmente como valioso? Esto creo que es el gran mito del modernismo que nos hizo ver más importantes de lo que somos en realidad. Nunca antes el arquitecto fue tan importante (o tanto como en estas discusiones se nos intenta convencer). Los textos de la modernidad estan plagados de este discurso tecnócrata (Le Corbusier se lleva la palma en ejemplos de quien parece tener todas las respuestas y diagnosticos). Este es un mito construido sobre la inferioridad disciplinar que la arquitectura experimenta desde 1747 cuando se crearon las Escuelas de Puentes y Caminos y apareció la figura del ingeniero, precisamente un profesional que desde el siglo XVIII se hizo cargo de los proyectos “civiles” o “publicos”, el cual fue de inmediato “valorado” por la sociedad a desmedro de los arquitectos quienes quedaron relegados al ámbito de los “edificios privados”. Aun parece que no nos recuperamos de esto y no entendemos en su verdadera dimensión histórica lo cuan sujetos a los intereses económicos ha estado la arquitectura. Y, justamente relacionado a esto:
    5) Lo que nunca estas discusiones sobre “el rol público de la arquitectura” ponen sobre la mesa es precisamente el rol que cumple hoy la disciplina al interior de un sistema económico como el que tenemos. He aquí que me temo se encuentra el verdadero atolladero POLITICO y SOCIAL de la disciplina. No hablar ni cuestionar esto, no es otra cosa que hacer del discurso sobre “el rol público del arquitecto” un discurso ideológico, entendido precisamente como aquella fantasmagoría, aquella “mala consciencia” detrás de la cual escondemos el verdadero mecanismo que mueve a la arquitectura: el capital.
    6) La cualidad de la arquitectura es la gran ausente de estos debates. La dimensión estética bajo la mirada tecnócrata aparece como algo banal, como un excedente, una especie de lujo que uno se puede dar una vez que todas las necesidades están cubiertas. Desconociendo que precisamente la forma y la cualidad material de la arquitectura es la verdadera dimensión HUMANA de la disciplina. Dimensión que no será “útil”, ni estará en los discursos e intereses de quienes ostentan el poder o toman decisiones “importantes” o discuten “temas país”, pero que al final es tremendamente NECESARIO y que justifica esta profesión desde su origen.
    En resumen: el discurso acerca del “rol público y social del arquitecto” no es otra cosa que el mismo lobo con piel de oveja, o sea, el viejo y archiconocido discurso del funcionalismo modernista, de un tecnocratismo feroz, y de posiciones que enfrentando a lo “practico” contra lo “teórico” como pares irresueltos, no hace más que perpetuar lo mismo, reduciendo todo al final a un único problema que desvela a mis pares: EL PODER Y COMO CONQUISTARLO

  4. Es crucial el punto sobre nuestra incidencia en la planificación de políticas públicas y no solo en su ejecución posterior. Urgen también mallas de pregrado con fuerte énfasis en el entendimiento de la ciudad, el territorio y, por supuesto, LAS PERSONAS!!. Fernando Castillo, para mi, EL arquitecto que define la profesión, nos decía en sala: “sus herramientas (observación, sintesis, etc) sirven para articular y hacer realidad los sueños de las personas”

  5. Desde el punto de vista de las competencias que los arquitectos hoy posiblemente no poseen para hacerse cargo de este rol social y púbico, que responsabilidad le cabe a las universidades? en qué temas debieran ellas reforzar sus esfuerzos de capacitación continúa o especializaciones?