Ideas para un Tribunal de Ética
La ética, comprendida como expresión del ser en tanto ser-en-acción, supone la observancia de unas características conductuales que relacionan los actos con los aspectos esenciales de los individuos.
La ética, entendida en una dimensión positivista -impuesta por la normativa- o bien consensual o nacida del acuerdo social más bien naturalista, supone -en el caso de una profesión- reconocer que en el ejercicio del oficio deben concurrir actitudes conductuales iluminadas por la finalidad última de los actos profesionales. Por ello, una ética para arquitectos, y más aún, un Tribunal que la vigile, supone la observancia de los siguientes aspectos mínimos:
1. El Tribunal de Ética debe ser un instrumento de apoyo a la gestión gremial y si bien es cierto debe mantener una adecuada independencia, su quehacer se entenderá como parte del fortalecimiento institucional y por ende, profesional de los asociados.
2. El Tribunal de Ética debe constituirse en un apoyo directo para el ejercicio profesional, en lo relativo a entregar herramientas para la reflexión de su quehacer y resolver cuestiones relativas a un mejor desempeño profesional.
3. El Tribunal de Ética en este periodo debe ser un soporte normativo para el Directorio del Colegio, en particular apoyando la urgente y prioritaria tarea de la promulgación de la Nueva Ley de Colegios Profesionales.