Nuestro Vicepresidente de Asuntos Nacionales, Fernando Miranda Monsalve, publicó el pasado lunes 29 de marzo en el diario El Divisadero una columna de opinión titulada «Necesidad de vivienda: Construir con lo mínimo», que puedes leer a continuación:
«Necesidad de vivienda: Construir con lo mínimo»
En Puerto Aysén 2 personas perdieron la vida en un siniestro que afectó a 7 familias. Sueños de familias que habían hecho un esfuerzo económico importante a lo largo del tiempo, para ir construyendo con sus propios medios una vivienda digna.
Por lo general, en las poblaciones se construye de a poco con los materiales que van encontrando en el comercio local y con mano de obra propia o con el maestro conocido. La necesidad de espacio para habitar, la escasez de recursos económicos, la falta de conocimiento técnico (en este caso de seguridad contra incendio) son una bomba de tiempo.
La autoconstrucción es un fenómeno que acompaña al ser humano desde que pudo tomar una herramienta. Es una habilidad inherente e indivisible de nuestro ser. Uno podría afirmar que la labor de transformar el medio es una de las características del homo sapiens sapiens. Es decir, no lo podemos evitar.
Ante la adversidad o necesidad de espacio para vivir un poblador va a resolver con los medios con que cuenta, posterga la solución o depender de otro, como el Estado, para que la resuelva por él se vuelve un poco ofensivo.
En una visita a Islas Huichas, una madre me mostraba el espacio que había despejado de su patio para que su hijo, recién casado, tuviera lo “suyo”. El poblador ante una necesidad resuelve con sus medios. Ella había cedido un espacio para la construcción de una vivienda de material ligero, al lado de su casa y apegada al vecino.
En las comunidades antiguas estas técnicas de construcción eran transmitidas de generación a generación, podemos verla en la diversidad y riqueza de las soluciones constructivas de antiguos asentamientos, siempre ligados a los recursos naturales de su entorno: piedra, madera o arcilla. También muchas construcciones temporales como la de los pueblos del mar, usaban recursos naturales que eran parte de su entorno.
Estas técnicas constructivas era un conocimiento comunitario que pertenecía al pueblo y se transmitía de poblador a poblador. Con el advenimiento de la modernidad este conocimiento fue arrebatado a la comunidad y atesorado por un grupo minoritario. Hoy las técnicas constructivas y los medios están concentradas en pocas manos, debemos volver a conectarnos con los pobladores para capacitarlos en técnicas constructivas y uso de materiales retardadores de fuego.
La exigencia de construcción de muros cortafuego entre viviendas de material ligero debe ser fiscalizada. Hoy la norma no exige la construcción de muros cortafuego y solo exige muros retardadores, es decir muros que no evitan la propagación del fuego sino que solo “retrasan” por algunos minutos su propagación. Solo permite que una persona pueda salvar la vida, pero no evitan la pérdida total del inmueble.
Debemos volver a asesorar a nuestra comunidad en técnicas constructivas y autoconstrucción. No basta que existan donaciones de proyectos de arquitectura o que las fichas de cumplimiento normativo sean públicas, hoy debemos estar con los pobladores en la etapa de construcción o a lo menos capacitarlos en técnicas de autoconstrucción.
La autoconstrucción es una realidad y un derecho, es el Estado el responsable de hacerle frente a esta realidad y poner a disposición de los pobladores la asesoría técnica necesaria.