Como parte del convenio de colaboración entre la JICA y el Ministerio de Energía, se desarrolló entre el 29 de octubre y el 09 de noviembre un programa de capacitación en Japón, con el fin de conocer sobre las políticas públicas en construcción sustentable, eficiencia energética y certificaciones. Participó una delegación compuesta por diez representantes de ocho instituciones públicas y privadas, entre ellas la arquitecta Paola Molina, presidenta del Comité de Sustentabilidad y Energía del Colegio de Arquitectos de Chile e integrante del Comité Directivo CES, quien realizó una serie de columnas de opinión donde recoge los aspectos más relevantes de esta experiencia.
Acá, Molina se refiere a las principales lecciones y desafíos que plantea a Chile el ejemplo de Japón, particularmente en el desarrollo de políticas públicas.
Hacia una mirada global, la experiencia en Japón
A través de la transferencia de conocimiento recibido, tuvimos la oportunidad de compenetrarnos en la gestación de las políticas públicas, incentivos y desarrollo del área de eficiencia energética en la construcción en Japón, además de un baño de su extraordinaria cultura, siendo esta última el contexto óptimo para que lo anterior se haya logrado concretar.
La experiencia recibida por quienes viajamos a la isla, sin duda será aquilatada y marcará un precedente y rumbo en nuestras carreras profesionales, y lo que desde ahí podamos irradiar a las instituciones de nuestro país que deben liderar estos procesos.
Para empezar, los compromisos ambientales y energéticos suscritos a nivel internacional por Japón impulsan la aplicación de políticas conjuntas nacionales, con una mirada país de largo y mediano plazo. Van más allá de soluciones a problemas puntuales o acciones aisladas.
Para dimensionarlo, puedo comentar que existen variados tipos de subsidios e incentivos, tanto para nueva construcción como para edificios existentes, sin distinción del nivel de ingreso familiar. Esto, porque se tiene la claridad de que es el país completo el que debe cumplir con los compromisos adquiridos: si el enfoque se pone solo en los sectores más vulnerables o públicos, se dejará de lado un porcentaje importante de las edificaciones que, sin la posibilidad de mejorar sus estándares, no permitirá que el país sea capaz de cumplir, mientras que también se ralentizará la masificación de la tecnología necesaria a precios asequibles, poniendo en riesgo su alcance.
El alcance de las políticas también es local: durante el viaje tuvimos la oportunidad de visitar el Gobierno Metropolitano de Tokio, que está trabajando con estándares y plazos para el desarrollo y establecimiento de cero emisiones, cero basura y la formación de un equipo público-privado de difusión con miras a lograr una ciudad sustentable para los Juegos Olímpicos que se realizarán en 2020.
Los estándares que se ha establecido el Municipio están basados en los estándares ambientales y de eficiencia energética de Japón pero, en muchos casos, aumentan la exigencia para lograr sus metas trazadas.
Esta mirada permite reflexionar sobre la necesidad de avanzar en las políticas de gestión de residuos considerando todo el ciclo de vida de la edificaciones; incorporar la mirada de ciudades en la reducción de GEI desarrollando planes locales de eficiencia energética con exigencias mayores al estándar; atender la mitigación de islas de calor; conservar la biodiversidad y fortalecer la creación de más áreas verdes de calidad dentro de la ciudad; incorporar en las ciudades la energía distrital de alta eficiencia basada en fuentes de energía renovable; levantar y registrar información a través de monitorización y, por último, difundir los planes a través de equipos organizados dentro de cada comuna.
Queda planteado el desafío para Chile, donde si bien hay municipios que han tomado la delantera y se encuentran trabajando en el desarrollo de planes de incentivo de producción de energías renovables, uso de bicicletas, reciclaje y otras iniciativas, aún faltan los planes con metas y objetivos claros para lograr comunas sustentables, reduciendo al máximo el CO2 y el consumo de energía comunal.
Finalmente, un punto que no puede dejar de abordarse es ejemplo de la resiliencia frente a las catástrofes provocadas por eventos naturales, donde Chile y Japón compartimos un escenario asemejable.
Es importante comentar que en Japón planifican sus construcciones en base a la prevención y no a la reacción, porque el costo de esto último es muy alto. De esta forma, generan un análisis acucioso de tendencias, cambios en la sociedad, efectos de los desastres naturales, etc., integrando estrategias desde etapas tempranas en el desarrollo y planificación de la ciudad y sus edificaciones.
Hay mucho que decir sobre este enfoque y el desafío para Chile es avanzar en ciudades con alto estándar de prevención, preparación y resiliencia frente a eventos que, por las características de nuestro territorio, no dejarán de ocurrir.