Felipe Vera en entrevista en VD de El Mercurio

“Una voz joven para la bienal” tituló la revista VD de El Mercurio, el sábado 16 de julio, a la entrevista realizada a Felipe Vera, quien dirige el Equipo Curatorial de la XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo 2017. El joven y destacado arquitecto conversó sobre su experiencia y explicó cuál será el foco de esta Bienal Nacional de Arquitectura en sus diferentes fases, trabajo que está realizando de la mano de un equipo de arquitectos y profesionales chilenos y extranjeros.

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Una voz joven para la Bienal

Acaba de concluir su participación en la Bienal de Arquitectura de Venecia y ya tiene otra bienal en su agenda. Solo que esta vez, el arquitecto Felipe Vera, académico del Design Lab de la UAI, no será un expositor más, sino el curador de la XX Bienal de Arquitectura nacional, que se realizará en mayo próximo en Valparaíso. Una tarea que lo tiene entusiasmado y con la idea clara de internacionalizar la muestra.

Tiene 32 años y es el curador más joven en la historia de las bienales de arquitectura en Chile. Para la XX versión, que lleva como título “Identidad y Futuro” y cuyo contenido acaba de darse a conocer de manera oficial esta semana, convocó a un equipo de trabajo donde la mitad de sus integrantes son arquitectos extranjeros. Quiere que el encuentro sea sinónimo de diálogo: con otros países del sur del planeta que tienen problemas similares, con las fuerzas políticas y económicas que modelan la ciudad y también con los excluidos (inmigrantes, comunidad gay, los más pobres). Felipe Vera quiere marcar un precedente.

Es tarde de invierno en Santiago y el aire precordillerano se siente frío en los dominios de la Universidad Adolfo Ibáñez, en Peñalolén. Entre sus edificios blancos y luminosos, Felipe Vera pasa gran parte del tiempo como profesor y codirector del Centro de Ecología, Paisaje y Urbanismo. Otro tanto lo ocupa en su labor de miembro de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del BID; pero también dedica horas a escribir libros -ha publicado 4 y hay dos en proceso-, curar exposiciones de arquitectura y participar en ellas. “Mi vida profesional es bastante esquizofrénica”, dice. Sin embargo, ahora tiene entre sus manos palabras mayores, desde que le avisaron que su propuesta ganó el concurso para curar la Bienal de Arquitectura en mayo próximo. Sentado en una de las terrazas del campus, explica lo que tiene en mente.

¿Qué te motivó a participar?

-En los últimos años se ha desarrollado una discusión de la ciudad que ha pasado de los términos estéticos a una que aborda temas éticos y de preocupación de los habitantes, en los que tanto yo como todo el equipo curatorial nos sentimos muy identificados. Se ha abierto una oportunidad para situar al arquitecto como una figura relevante para la sociedad, un intelectual público. Hay que celebrar que peleamos en nuevos frentes que sí son propios de la arquitectura.

¿Haces una crítica a lo que ha sido la labor de los arquitectos?

-No, más bien tiene que ver con la evolución tradicional de la disciplina. Estamos viviendo un momento en que hay que enfrentar problemas inminentes como el cambio climático, el crecimiento de los países del sur global, la necesidad de acomodar grandes flujos de personas. Como arquitectos podemos y tenemos que proveer soluciones.

La propuesta de su equipo es trabajar sobre la base del diálogo en tres frentes. Primero, retomar el diálogo con los otros países del sur (Latinoamérica, África, partes de China, Sudeste asiático) que también viven un aumento acelerado de la población, escasez de recursos, dificultad para llevar servicios a ciertas áreas. “Dado que nunca antes habíamos tenido tanta atención, es el momento para internacionalizar la Bienal”, dice. El otro diálogo es con las fuerzas económicas, con los políticos, con los ciudadanos: “Queremos traer a participantes que no se reconocen a sí mismos como arquitectos; hay que visibilizar a quienes le están dando forma a la ciudad”, explica. Y el tercero es uno pluralista, con los históricamente excluidos: “Solo como ejemplo, hay que pensar que 47 millones de personas viven en países que no son los propios”, dice.

Todas esas inquietudes deben quedar plasmadas en la próxima Bienal, y el equipo curatorial lo tiene claro. La gracia es precisamente que vienen de ámbitos muy distintos de la profesión, y gran parte de ellos son extranjeros, como los paraguayos Solano Benítez -ganador del León de Oro en Venecia- y Gloria Cabral, el indio Rahul Mehrotra, con quien Vera ha desarrollado las investigaciones sobre las ciudades efímeras, y los españoles Belinda Tato y José Luis Vallejos. A ellos se suman los chilenos: Pola Mora, editora en jefe de Archdaily en español; los académicos Jeannette Sordi (UAI), Rodrigo Tisi (UAI), Claudio Magrini (UDP), José Mayoral (PUC); el arquitecto Miguel Cancino; y Pablo Navarrete, que ayudó a organizar la agenda urbana del Gobierno de Michelle Bachelet y que hoy vive en Londres. Cuatro de ellos, incluido Vera, participaron en la Bienal de Venecia con su propia muestra.

¿De qué manera el trabajo de Alejandro Aravena determina la visión de ustedes?

-Él cristaliza o pone en el dominio de lo público algo que está emergiendo en muchas geografías, que es el hecho de que los arquitectos nos estamos encargando de cosas que antes no necesariamente eran parte de la disciplina. Él puso el problema sobre la mesa: reportar desde el frente, hablar de las nuevas luchas.

En la Bienal de Venecia, junto con Rahul Mehrotra presentaron una instalación llamada “Does Permanence Matters”, construida solo con cinco materiales, ligeros y 100% reciclables. Todo era amarrable, ensamblable, les cabía en una maleta y pesaba seis kilos. Fue su forma de dar a conocer que 700 millones de personas en el mundo viven u ocupan asentamientos temporales, un tema que le quita el sueño y sobre el cual ha escrito libros y un sinnúmero de artículos. “Lo curioso es que al lado había un pabellón que decía que la sustentabilidad se basaba en que las cosas duraran mucho tiempo. Son dos aproximaciones totalmente válidas. ¿Ves que es bonito el diálogo que se puede dar?”.

¿En qué momento de tu vida te comienzan a interesar las problemáticas sociales?

-Mientras estudiaba en Harvard veía que había muchas preguntas irrelevantes dando vueltas, y en las que no me quería involucrar. Me tomé un semestre y me fui a vivir a Varanasi, en India, donde estudié los campos de cremación. La ciudad estaba construida para la constante renovación, porque se inunda una vez al año por el monzón. Fue una experiencia intensa. Conocí también lo que era la defecación al abierto, los niños muriéndose de hambre en la calle. Como arquitectos estamos equipados para dar respuesta a problemáticas sociales de alta trascendencia, que si bien tienen que dar una respuesta estética, superan esa dimensión. Es incompleta la labor del arquitecto si solo se mantiene en la práctica dura y pura, hay que amplificar un poquito el lente.

 

Texto, Soledad Salgado S. Retrato, Carla Pinilla G. Fotografías, Felipe Vera.

 

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