La historia de los carpinteros alemanes en el sur de Chile

Gian Piero Cherubini, Vicepresidente de la Delegación Llanquihue del Colegio de Arquitectos de Chile realizó una investigación que dio vida al libro “La escuela de carpinteros alemanes de Puerto Montt, su formación e influencia más allá de las fronteras” el que será lanzado el próximo viernes 1 de abril.

El suplemento Artes y Letras de El Mercurio (ver), decidió llevar un artículo sobre el libro, que explica los interesantes sistemas constructivos a través de las explicaciones del autor:

La historia de los carpinteros alemanes en el sur de Chile

De trabajar con las coníferas europeas pasaron a ocupar el ulmo y el coigüe. Son los carpinteros germanos que llegaron al país, quienes adaptaron sus saberes y traspasaron sus conocimientos, dejando una importante huella en nuestra arquitectura en madera.


¿Cómo se difundieron, en la zona del lago Llanquihue, técnicas y modelos de construcción en madera que se repitieron por más de un siglo, muchas veces sin la presencia de un arquitecto? “Existió una forma de trasmisión de los conocimientos por medio del trabajo conjunto entre maestros carpinteros y aprendices, similar al aprendizaje propio de las corporaciones de la Edad Media y del Renacimiento. La enseñanza se produce al replicar la forma de hacer de los maestros y trabajando con ellos”, responde el investigador Gian Piero Cherubini, autor del libro “La escuela de carpinteros alemanes de Puerto Montt” (Universitaria).

“Ellos traen y popularizan una serie de conocimiento, más habilidades novedosas del oficio de la carpintería, desarrolladas en su contexto cultural europeo. Estas se traducen principalmente en técnicas constructivas, herramientas y maderas elaboradas en aserraderos”, agrega el arquitecto y profesor de la Universidad de Chile Lorenzo Berg, editor del libro.

A juicio de Cherubini -arquitecto de la PUC y también de la Universidad de Génova- es necesario dejar un testimonio informado de nuestro patrimonio en madera, “el que es cada vez más reducido, producto de las actuales dinámicas urbanas. La historia de la arquitectura en la zona que llamamos de la colonización alemana, específicamente en torno a Puerto Montt y el lago Llanquihue, está poco estudiada, y lo que se sabe de ella está plagado de mitos, dogmas y lugares comunes”.

Cherubini no tiene sangre alemana, pero es parte de una estirpe de constructores en madera, carpinteros y mueblistas en Italia y Chile, que incluye a su bisabuelo Martino y a los hijos, nietos y bisnietos de este. Su padre, Pietro, se avecindó joven en el sur chileno y se dedicó a la construcción en madera en distintos lugares del sur.

El autor recuerda su infancia en Ancud, “jugando con mis hermanos entre castillos de madera ordenados en la pampa. Ver las faenas de armado de tabiques y cerchas prefabricadas y a los carpinteros en la barraca permitió que me formara una sensibilidad especial frente a la madera como material de construcción, no solo en el ámbito de los sentimientos, sino también en el del conocimiento. Este libro es un homenaje a mi familia, a la madera y a la ciudad en donde vivo: Puerto Montt”.

El libro se centra en el traspaso de saberes en torno a la construcción en madera que se dio en el área de Llanquihue y Puerto Montt. Esta última ciudad recibió colonos alemanes entre 1852 y 1875, varios de los cuales estaban calificados como carpinteros y mueblistas. “Puerto Montt se fundó como cabecera de la colonización del lago Llanquihue, y como puerto de entrada y salida al territorio, no solo de personas y mercancías, sino también de conocimientos culturales, entre estos de arquitectura y de formas de construcción. Como se explica en el libro, su influencia alcanzó Chiloé y posteriormente Bariloche”.

De acuerdo con Cherubini, en Puerto Montt y sus alrededores se concreta un proceso distinto y más sencillo del que ocurrió en Valdivia, donde el tipo de colonos era distinto -emprendedores y profesionales-, al igual que sus requerimientos espaciales.

¿Fusión o aprendizaje?

Una tesis novedosa que desarrolla esta obra es sobre la forma en que se realiza la transmisión de técnicas y modelos desde los carpinteros alemanes a la población local, en especial la chilota. A juicio del autor, en materia constructiva, más que una fusión o integración de conocimientos entre alemanes y chilotes, hubo un rápido aprendizaje y adopción de los conocimientos que traían los colonos.

Según el libro, el aislamiento y el atraso en la isla de Chiloé significaron que, hacia 1850, se viviera allí una situación de precariedad; la mayor parte de las construcciones eran ranchos y casi no se conocían herramientas de carpintería. “La arquitectura civil era realizada por maestros locales, con métodos y formas precarias que repetían los ranchos o rucas indígenas ancestrales. En cambio, los edificios públicos como iglesias o las casas del gobernador, de más complejidad, eran llevadas adelante con maestros traídos del norte. Por ejemplo, cuando el obispo Azua ordenó construir la iglesia de Castro, en 1741, envió carpinteros de Santiago”.

De acuerdo con Cherubini, al leer las descripciones y revisar las imágenes previas a la colonización alemana, esta idea se reafirma. “Las construcciones carecían de fundaciones, y en general corresponden a ranchos monoespaciales (…). Lo anterior no le quita importancia a los chilotes, ya que no solo aprendieron el oficio, sino que les cupo la labor de llevar el sistema y las formas constructivas más allá de la colonia del lago Llanquihue”.

“Los carpinteros chilotes aprendieron un oficio diferente al que ellos conocían, como es el de la carpintería de armar , que se practicaba en el norte de Europa. Es decir que la escuela de carpinteros tuvo maestros de origen alemán y aprendices que fueron hijos de los colonos y chilotes, entre otros, los que a su vez se transformaron en maestros de nuevos aprendices”, explica Cherubini. “Esto de alguna manera consolida la cultura de la carpintería en madera de Chiloé, que venía desarrollándose allí partir de los aportes locales e influencias externas previas”, acota Lorenzo Berg.

Levantando una casa

Según las investigaciones de Cherubini, el modelo arquitectónico de la “Escuela de carpinteros de Puerto Montt” es principalmente residencial y la construcción de las casas de los colonos estuvo a cargo de carpinteros -oficio que en Alemania requería superar exámenes teóricos y prácticos ante el gremio-, antes que arquitectos, quienes en general no se quedaron en la zona. “La construcción estuvo a cargo de maestros carpinteros, quienes conocían no solo el oficio de la madera, sino que también el de la organización de las obras de construcción”.

¿Cómo se organizaba la construcción de una casa? “Las obras se iniciaban con el requerimiento de un carpintero por parte de un colono y la definición de la ubicación. Después se pedían las maderas a un aserradero. Una vez que el material llegaba al lugar, el maestro carpintero, ayudado por otros carpinteros y por obreros que trabajaban en el campo del colono, dimensionaban las piezas con azuelas y ejecutaban las uniones. Luego se procedía a armar la casa, la que posteriormente se revestía por fuera, de manera de poder trabajar en el interior, protegido de las lluvias. Las puertas y ventanas se pedían a mueblerías especializadas. Llegaban dimensionadas a la obra, listas para su colocación”.

Doggenweiler y Frick

En este proceso emergen algunas figuras clave, como la del multifacético Guillermo Frick, quien en Valdivia ejerció como ingeniero, arquitecto, dibujante y reputado músico. “Su labor como arquitecto es menos conocida, pero ha sido destacada por el padre Guarda, quien lo señala, como constructor de la catedral de Valdivia y también como autor del plano de una casa de volumen simple, techo a dos aguas y mirador central -cuya distribución interior destaca por la presencia de un pasillo central-, que constituyó el modelo formal de la escuela de carpinteros alemanes de Puerto Montt”, dice Cherubini.

También sobresale la figura de Matthias Doggenweiler -bautizado por el historiador José Harter S.J. como “el carpintero de la colonia”- , quien conoció las obras de Frick durante una estadía en Valdivia. “Doggenweiler no solo colaboró en la conformación de la primera imagen de Puerto Montt, sino que también enseñó a otros la forma de trabajar y organizar las faenas”.

El modelo constructivo que caracterizó a la escuela de carpinteros alemanes de Puerto Montt es el “sistema de plataforma”, con etapas claramente establecidas, adaptación del sistema Fachwerk , utilizado en el norte de Europa. “Consiste en un conjunto de entramados de madera, tanto horizontales como verticales. Sobre fundaciones de piedra o madera se colocan grandes vigas maestras, que reciben un entramado de vigas trabadas entre sí que forman la primera plataforma. Sobre ella se construyen los tabiques que definen la espacialidad interior del primer piso. Encima se arma una segunda plataforma, que recibe las divisiones del segundo piso, o la estructura de cubierta, la que se arma con un tabique central que define la pendiente del techo”, dice Cherubini.

Con este sistema, los carpinteros de Puerto Montt expandieron un modelo que con el tiempo sufriría cambios y el influjo de nuevos estilos, pero que generaría un sello arquitectónico en nuestra arquitectura en madera, visible hasta hoy. Aunque quién sabe por cuanto tiempo más, dada la fragilidad actual de este valioso patrimonio.

Por ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ
Artes y Letras de El Mercurio

4 comments on “La historia de los carpinteros alemanes en el sur de Chile

  1. Un tema interesante no solo para los Arquitectos. También digno de ser analizados por quienes plantean la modernidad en la ciudad sin necesariamente entender los orígenes. Destacable trabajo y aporte al conocimiento.

  2. Exelente entrega de conocimientos, que aporta a entender de mejor manera, la fundación y la cultura de nuestras regiones del sur, sin duda que es un valioso aporte, desconocido hasta ahora. gracias por esta colaboración.

  3. Un hermoso, interesante y valioso aporte que debe estar presente en cada estudio arquitectonico sureño.

  4. gracias por el aporte!! lastimaa que en Puerto Montt ( mi cuidad) no se valora el patrimonio arquitectónico…