Se realizó en el Parque Cultural de Valparaíso y reunió a los principales actores del gremio, bajo el lema “Diálogos impostergables”. “La arquitectura y también los ciudadanos, día a día, se han ido empoderando de todo lo que ocurre en su entorno”, reflexionó el presidente del Colegio de Arquitectos, Alberto Texido, sobre el presente del rubro.
Un exitoso desarrollo tuvo la XX Bienal de Arquitectura, que se realizó entre el 26 de octubre y 10 de noviembre en Valparaíso, bajo el lema “Diálogos impostergables”.
El evento reunió a los principales actores del gremio y uno de los principales ejes fue la discusión de cómo los movimientos ciudadanos han comenzado a influir en la planificación urbana, no sólo en Chile, sino en el resto del mundo, ya sea mediante la propuesta de proyectos o la oposición a iniciativas particulares.
“La arquitectura y también los ciudadanos, día a día, se han ido empoderando de todo lo que ocurre en su entorno”, resumió el académico Alberto Texido, presidente del Colegio de Arquitectos de Chile.
Nueva manera de visibilizar
Para Texido, en esta ocasión la Bienal logró conformar una muestra a través de un equipo curatorial “que asumió una nueva manera de visibilizar la acción de la arquitectura en el mundo y en el país, así como la manera en que la disciplina se desempeña”.
“Por primera vez la Bienal privilegia procesos por sobre proyectos. Esto significa reconocer el actuar disciplinar desde el mundo publico, privado y la academia, pero esta vez incorporando a los activistas o a los activadores de ciudad que implican, muchas veces, la arquitectura al servicio de los habitantes más allá de las capacidades económicas de una relación entre profesional y cliente, sino que entendiendo que hay diversas maneras de transformar el espacio que cohabitamos”.
Según el académico, la incorporación de esta variable de los activadores de ciudad es una nueva mirada sobre este quehacer que los ciudadanos realizan, con otras condicionantes técnicas diferente a la arquitectura de alto estándar y que implican reconocer que hay una deuda con el usuario.
“Hay una deuda con el habitante, hay una deuda con el ciudadano, que implica, por una parte, reconocer que la arquitectura nacional ha ido por buen camino y ha tenido reconocimientos internacionales, pero por otro hay una gran brecha en los estándares urbanos y arquitectónicos en el país, que implica reconocer problemáticas globales. Por todo ello, esta es una bienal centrada en esos procesos globales de transformación del espacio por sobre los proyectos de alto estándar y nos pone, en Chile, en un contexto en que la arquitectura es reconocida, pero la ciudad sigue siendo la tarea pendiente de mejorara sus condiciones”.
Espacio de discusión
¿Por que se quiso incorporar a activadores de la ciudad? Según responde el directivo, por una parte fue la propuesta del equipo curatorial que ganó como propuesta para la Bienal.
“En este caso se validó una reflexión en torno a la identidad y el futuro que proponía la idea de los ‘Diálogos impostergables’, que tiene relación con una discusión global sobre el habitar, a la vulnerabilidad, al cambio climático, a los recursos limitados en el planeta y a la participación de las personas. Todo esto abre el abanico de los arquitectos a una condición de ciudadanos que interactúan y que pueden mediar procesos de transformación”.
Además el tema de los “Diálogos impostergables” presenta a la bienal “como un espacio de discusión, como una posibilidad de debatir, de poner posturas contrapuestas, de celebrar lo bueno que se hace y corregir lo malo”.
Conflictos en Chile
Sin duda los conflictos arquitectónicos en nuestro país fueron insoslayables a la hora de debatir.
“Se puede decir que en Chile hay diversos conflictos y debates en relación a la intervención del territorio, en relación a la generación de energías, a los impactos de proyectos. Muchas veces, en esas instancias, están las autoridades, el mundo privado y académico de distintas profesiones, la arquitectura y también los ciudadanos, que día a día se han ido empoderando de todo lo que ocurre en su entorno”.
“Hemos visto como algunos proyectos han judicializados o trabados por la queja de los habitantes. Podemos decir que esto es una situación creciente, (al igual que) la capacidad de la ciudadanía de organizarse para plantear su visión cuando los procedimientos de participación ciudadana no logran recolectar bien su parecer. Por tanto hay un desafío sobre lo participativo y a la vez se hace necesario revisar la capacidad del Estado, los privados y el mundo académico de generar visiones y consensos, para que la participación de los ciudadanos en estos procesos sea facilitada y no sea simplemente un trámite”.
Ejercicios con la comunidad
Para el arquitecto y director del Magister Territorio y Paisaje de la UDP, Claudio Magrini, “lo que hicimos fue cambiar algunos paradigmas”, en un contexto donde temas como el cambio climático y la migración pesan en el debate público, y también en la arquitectura.
En relación a los activistas, por ejemplo, la Bienal organizó diez desafíos a diversos organismos, los cuales consistían en ejercicios pro-bono vinculados a las comunidades de Valparaíso, con el fin de lograr “una bienal más bien propositiva en lugar de celebrativa”.
En este contexto, se entregó el Premio al Mejor Desafío a la plaza “La Esperanza Viva”, construida en los cerros de Valparaíso y donde la inclusión de los niños fue el desafío a enfrentar desarrollada por Fundación Mi Parque, Fundación Aldea y Junto al Barrio.
El jurado compuesto por Magrini, Miguel Cancino (Curadores Activismo) y José Luis Vallejo (Ecosistema Urbano) destacó la propuesta por ser un proyecto construido, por lograr hacer interactuar a diversas instituciones en función de un bien mayor y por haber instalado en el territorio un “know-how” que las mismas comunidades ahora manejan.
Otro proyecto fue del grupo Movimiento Furiosos Ciclistas Porteños y Muévete, para construir una ciclovía. También estuvo la Municipalidad de Valparaíso para organizar una Feria de Responsabilidad Comunitaria “donde reunieron a diversas actividades para que puedan trabajar junto a la CORFO “.
“Logramos una fuerte conexión con las comunidades, especialmente en Valparaíso. Muchas comunidades estuvieron presentes en la misma bienal. El tema de los activistas se aceptó bastante bien, se hizo visible. La gente quedó muy contenta y satisfecha con eso. Lo vieron como una apertura de la arquitectura a la gente”, expresó.
“Hubo discusiones, diálogos, donde las distintas esferas de la vida pública se expresaron, desde las comunidades y los arquitectos, hacia el poder político. Eso se valoró mucho. Hubo un diálogo de verdad, de fondo, donde los distintos exponentes podían sentarse y dialogar en conjunto”.
Participación multinacional
La Bienal fue una iniciativa de esta entidad en colaboración con la Asociación de Oficinas de Arquitectos y la Red de Escuelas de Arquitectura y Urbanismo de Chile. Contó con 106 participantes internacionales de países tan diversos como Argentina, Francia y China, entre otros, y 104 contribuciones nacionales.
Entre estas últimas se destacan varios grupos. Tal es el caso de los “Arquitectos por la Reconstrucción”, que se formó como respuesta a la emergencia generada por el terremoto del 27 de febrero del 2010 en Chile.
Lo integran Jorge Hoehmann C. (director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Mayor), Vicente Joannon (asesor urbanista de Vitacura), Pablo Saric H. (director de la Escuela de Diseño de la Universidad Adolfo Ibáñez) y Cristián Winckler T. (máster en Arquitectura, Crítica y Proyecto de la Universitat Politècnica de Catalunya).
Otro participante relevante fue el estudio Elton-Leniz, responsables del Centro Cultura Arauco, una iniciativa público-privada en dicha localidad.
Por Tatiana Oliveros y Marco Fajardo