Fuente: La Tercera. 10.05.12
Debió sobrevivir a la burocracia de cinco ministros, quienes varias veces intentaron meter mano al proyecto, pero Rafael Moneo no dio pie atrás. Tras 11 años de trámites y trabajos, en 2007 el arquitecto logró inaugurar su ampliación del Museo del Prado, la más importante en sus casi 200 años de historia. Fue un éxito. La construcción, tachada de “discreta y controlada”, terminó por consagrar la fama del español, conocido por su rigor y su impecable uso de la luz, rasgos que en 1996 lo hicieron merecedor del Premio Pritzker, el Nobel de la Arquitectura.
Ayer, el arquitecto sumó un galardón más a su carrera: ganó el Premio Príncipe de Asturias, dotado de 50 mil euros (US$ 65 mil) y una estatuilla diseñada por Joan Miró, que serán entregados por Felipe de Borbón en la ceremonia de octubre.
Para Moneo fue una sorpresa. “Ni siquiera sabía que fuese candidato. Ha sido tan inesperado, que lo entiendo como un regalo que la vida me ha hecho y más en el día de mi cumpleaños”, dijo el arquitecto, que ayer cumplió 75 años. “Me consta que hace bastante tiempo barajaron mi nombre como finalista y me alegra que, cuando creía pasado mi turno, hayan reconocido mi trabajo”, agregó en su estudio de Madrid.
Para la prensa española el premio es merecido, aunque la decisión del jurado parece contradictoria. “Extraño gesto colgar al cuello de los dos arquitectos españoles más reconocidos y antagónicos, Moneo y Calatrava, la misma medalla por méritos tan opuestos”, escribió en el diario El País.
Mientras el último es famoso por sus edificios monumentales e imposibles, Moneo es elogiado por su contribución a la vanguardia arquitectónica y su respeto a los espacios urbanos. “Deja una huella propia en cada una de sus creaciones, al tiempo que conjuga estética con funcionalidad. Es un arquitecto de dimensión universal, cuya arquitectura es serena y pulcra”, consideró el jurado del premio.
Entre sus obras más destacadas está el Bankinter de Madrid (1976), el Museo de Arte Romano de Mérida (1986) y la ampliación de la Estación Atocha (1992), que ejemplifican cómo el arquitecto ha intervenido siempre a favor del contexto más que en beneficio de la propia expresión. “El entender la ciudad como el cuadro en el que se enmarca el trabajo del arquitecto y que le da sentido a cualquier construcción, siempre ha estado presente en mí”, afirmó.
Sus diseños se caracterizan también por usar ventanales de alabastro o inmensas estructuras de cristal que bañan sus creaciones de luz, como es el caso del Palacio Kursaal de San Sebastián (1999) o la Universidad de Columbia (2011).
Desde 1981, La Fundación Príncipe de Asturias premia a ocho personas o instituciones que contribuyan en las áreas de arte, deportes o ciencia. Este año, Moneo se impuso al arquitecto canadiense Frank Gehry. Ya han ganado el galardón el cantante Bob Dylan, el cineasta Woody Allen y el pintor Roberto Matta.
EL GANADOR
Rafael Moneo
Nació en Tudela (Navarra) en 1937. Estudió con Javier Sáenz de Oiza, y el danés Jorn Utzon, autor de la Ópera de Sidney. Ha sido profesor en Madrid, Barcelona, Lausana y en la U. de Princeton y Harvard. En 1996 ganó el Premio Pritzker.